«En un escenario de ajustes durísimos de servicios públicos como la Sanidad o la dependencia, mantener un mastodóntico aparato de propaganda política -no otra cosa son las autonómicas- resultaba una inmoralidad.» Así de alborozado celebraba El Mundo de Pedro J el cierre de Canal 9 anunciado por el presidente valenciano Fabra. Y con él el resto de medios privados, especialmente de la «Brunete Mediática» que ahora, después de años de chupar de la ubre pública de las televisiones autonómicas, repiten como loros la consigna del derroche de dinero público que suponen cadenas como Canal 9 o Telemadrid por ejemplo, como justificación para pedir a gritos su cierre.
Alegan estos opinadores profesionales del pensamiento único popular, que los medios públicos no tienen sentido, que son un gasto innecesario y que para informar ya están ellos, que además como son «privados» no cuestan un euro al contribuyente. Pero queridos amigos del «extremo centro» eso, como tantas otras cosas que decís, es falso de toda falsedad.
Premio y castigo con la publicidad institucional
Para los medios privados, en un momento de crisis económica como éste, con una importante caída de la publicidad privada, la publicidad institucional se ha convertido en su maná salvador en forma de subvención encubierta con dinero público salido del bolsillo del contribuyente. Una subvención que además, la administración utiliza para premiar a los «suyos».