Mientras el PP ha iniciado una campaña destinada a criticar la supuesta imparcialidad de RTVE, en Telemadrid la política informativa de los populares tiene como único fin el control férreo de la línea editorial, siempre en defensa de sus tesis e intereses. La independencia de la cadena se ve cuestionada simplemente echando un vistazo al entramado de puestos políticos y de confianza con el que la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y su vicepresidente, Ignacio González, han llenado el organigrama y la parrilla de programación.
A raíz de las informaciones que publicó LA PARABÓLICA se han multiplicado en los medios las sospechas de amiguismo, nepotismo, tráfico de influencias, corrupción, prevaricación o malversación de fondos públicos relacionadas con Telemadrid. El concurso de licencias de TDT en Madrid, concedidas todas a medios o personas afines a la derecha, ya adelantó las intenciones de la presidenta: los programas de Telemadrid han sido altavoz, laboratorio y semillero de lo que ya se conoce como TDT Party, sirviendo la televisión pública como plataforma para promocionar a las figuras de esas cadenas. ¿Por qué tiene tanto interés Esperanza Aguirre en privatizar o vender la televisión de todos los madrileños? ¿Quién saldría beneficiado de ese negocio? ¿Quién manda de verdad en Telemadrid?
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