Esperanza Aguirre siempre quiso ser Margaret Thatcher. Soñaba con aplastar díscolos mineros y acabar de una vez por todas con sus sindicatos. Con todos los sindicatos. Ya no es presidenta de la Comunidad de Madrid pero sigue raca-raca con este tema. «¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar unos sindicatos que se han convertido en una casta cerrada que no colaboran en la lucha contra el paro y que no dan cuenta a nadie de todo el dinero público que reciben?» escribía la lideresa hace unos días en su blog ( sería muy divertido si no viniera como viene de la presidenta de un Gobierno dónde la Gürtel hacía buenísimos negocios o donde su Telemadrid era botín de Cerezos, Buruagas, Dragós o Pedro Jotas ).
Esa fobia de doña Esperanza contra todo lo que oliese a organización sindical se trasladó a Telemadrid de la mano de los directivos nombrados por ella y que aún siguen en Telemadrid después del ERE. Gente como el director de informativos don Agustín de Grado, que venía de ser subdirector de La Razón (aún colabora allí de columnista) y cuya obsesión antisindical bordea lo enfermizo.
Convertida Telemadrid en el cortijo particular de Esperanza Aguirre y su PP de Madrid, las relaciones laborales en esta empresa pública se tornaron más que difíciles. Cada acuerdo, cada Convenio Colectivo, cada beneficio que se lograba para los trabajadores, por pequeño que fuera, costaba paros y huelgas.
Sangre, sudor y lágrimas como decía aquel. Incluido por ejemplo, la apertura de expediente a varios miembros del Comité de Huelga en diciembre de 2006 , que acabaron en febrero del año siguiente con el despido del secretario general de la sección sindical de CGT ( readmitido después por sentencia judicial) y sanciones de dos meses de empleo y sueldo a otros dos compañeros de CGT ( incluido el que era entonces presidente del Comite de Empresa ).
Otras muchas cosas, como poner en marcha un Estatuto de Redacción y un Consejo Profesional de Informativos, fueron simplemente imposibles de conseguir por culpa de la intransigencia de la Dirección, que se negó incluso a acatar sentencias judiciales firmes que les obligaban a negociarlo.
Pero claro, a esos directivos siempre les resultó fácil disparar con pólvora del rey. Incumplir sentencias o pagar multas les salía gratis. No pagaban ellos, si no los ciudadanos de Madrid. Sólo entre 2008 y 2011, Telemadrid acumuló 18 condenas judiciales. Por vulneración del derecho de huelga, de la libertad sindical, de rectificación, por injurias, o por distintos conflictos colectivos: