Decretos y mentiras sobre la televisión pública
Sigamos leyendo:»Con las cifras disponibles, el ente público tiene 1.181 trabajadores: de estos, 964 tenían contratos indefinidos, 30 temporales de tipo eventual, 13 eran interinos, 151 con contrato por obra y 23 con un contrato temporal en prácticas». Nos encontramos ante otra interpretación torticera de los datos de plantilla, al no distinguirse entre trabajadores fijos por oposición, indefinidos por mor de una sentencia judicial o contratados a dedo.»¿Son muchos 1.200 trabajadores?» – se pregunta Libertad Digital-. «Para saberlo lo mejor es compararlo con las plantillas de otras televisiones. Y la comparativa es dramática si la hacemos con las privadas: Telecinco, de ámbito nacional y líder de audiencia, tiene unos 1.100 trabajadores; Antena 3 se va a algo más de 1.800″. Repetir mil veces una mentira no la hace más cierta: tanto el conglomerado Telecinco-Cuatro como el de Antena 3- LaSexta tienen la mayoría de la producción externalizada y sus plantillas repartidas en empresas satélite o participadas; aún así, se calcula que cada grupo ocupa durante el año a más de 10.000 personas. Pero dejamos para el final el argumento más retorcido, construido a partir de un silogismo falaz : «En cualquier caso, el coste salarial es una de las mayores partidas en las cuentas de Telemadrid, muy por encima de lo que suele ser habitual en el sector. En total, el gasto en personal en 2011 fue de 60.903.000 euros y la previsión presupuestaria era que esa cifra se mantuviese prácticamente inalterada en 2012. Sesenta millones que suponen el 44% del total de los gastos de explotación del ente. Nuevamente, lo mejor es comparar con lo que ocurre en otras televisiones, y en este caso descubrimos que se trata de un coste mucho más alto de lo que podemos encontrar en el mercado español, no sólo en las comerciales generalistas, sino también en otras televisiones públicas. Por ejemplo, este 44% de gasto en personal se encuentra a años luz del 12% de Mediaset o el 18% de Antena 3. Pero también está muy por encima de los costes de personal de la televisión catalana y su enorme plantilla, un 32%; o del de RTVE, que es de un 33%, aproximadamente». Esa ratio de coste no viene determinada por el supuesto exceso de personal de Telemadrid, sino por la suma de dos factores coadyuvantes: en primer lugar, la reducción dramática de la producción. No hay que estudiar economía para saber que sin inversión no hay beneficio que valga; que si no se siembra no se recoge; que si no existe producción no se pueden obtener ganancias. La otra razón de este abultamiento en el coste del capítulo de personal no es achacable a los trabajadores: más del treinta por ciento de ese dinero va a parar a directivos, falsas estrellas y contratos de libre designación, reclutados entre familiares y afines al PP (muchos ganan más que el presidente del Gobierno) y al centenar de comisarios políticos con que han engordado la redacción de informativos.
UNA ÉLITE EXTRACTIVA
Ignacio González ha declarado que en Telemadrid se tendrá que actuar «como en otros sitios o empresas que no sean viables o sostenibles económicamente». Pero primero habría que determinar cuáles son las verdaderas causas de esa insostenibilidad. Porque del Partido Popular madrileño sí que se puede decir que ha propiciado en Telemadrid exactamente lo que denunciaba en fechas recientes en El País César Molinas: el desarrollo de una élite extractiva sostenida mediante un sistema de captura de rentas, bien a través de cargos, bien a través de desvío de grandes sumas de dinero a productoras amigas. De ahí la maldad que destila el argumentario amplificado por el inmenso aparato de propaganda del PP, que hace recaer sobre una plantilla casi mileurista (e insuficiente en muchos departamentos) la razón de la enorme deuda generada por el despilfarro de sus responsables. Ya que, como explicaba Joaquín Estefanía en su recensión del último libro del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, «desde principios de los años ochenta, con la hegemonía de la revolución conservadora, los ricos han ido haciéndose riquísimos, mientras que los pobres y los menos pobres sobrevivían. Al llegar la Gran Recesión, desde el año 2007, los extremos continúan igual (ricos y pobres), pero ha emergido un fenómeno nuevo: las clases medias se están demediando y con mucha rapidez una parte de las mismas está formando parte de los ejércitos de reserva de los desocupados y pauperizándose. De ahí lo que reza el subtítulo del libro de Stiglitz: «El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita». El multimillonario Warren Buffett lo dijo claro en una de esas sentencias que le caracterizan y no le dan miedo: «Durante los últimos 20 años ha habido una guerra de clases y mi clase ha vencido». Stiglitz hace un pronóstico inquietante: durante años existió un acuerdo implícito entre la parte alta de la sociedad y el resto: nosotros os proporcionamos empleo y prosperidad y vosotros permitís que nos llevemos nuestras bonificaciones; todos vosotros os lleváis una tajada, aunque nosotros nos llevamos la más grande. Ese acuerdo, que siempre había sido frágil, se ha desmoronado y los ricos se llevan la renta y la riqueza, pero no proporcionan a los demás más que angustia e inseguridad».
LA MUERTE DEL PERIODISMO
¡Qué diferencia la actitud despreciativa de los medios afines al poder con lo que podíamos leer en el blog La muerte del periodismo!: «Asumamos la deuda que tiene en la actualidad y reestructuremos las funciones y formas de trabajar en Telemadrid. Y, sobre todo, recuperemos la información. Primero porque ese es el objetivo número uno de un canal autonómico: reflejar lo que les sucede a sus gentes. A todas. Tratemos por todos los medios de que la independencia se establezca en sus informativos y en todo lo que se programe a partir de ahora. Y veremos cómo la audiencia vuelve a situarse frente al televisor. Y no es utopía. Se puede hacer. Lo hemos visto en RTVE (y los numerosos premios internacionales que los acreditaban como los mejores servicios informativos del mundo). Pero para ello hay que tener voluntad política. Y ganas. Y como siempre, eso sobra. Y como siempre, volverán a pagar los platos rotos los trabajadores de la casa. Periodistas y técnicos que verán perder sus empleos. No sé si estamos a tiempo de pararlo o no. De momento, ellos ya se han organizado en una plataforma bajo el lema Salvemos Telemadrid. Buena idea y un buen nombre. Porque salvar la cadena, manteniéndola como algo público, es salvar la democracia y garantizar la libertad de expresión de todos. No miremos para otro lado». En el mismo sentido, el Secretario General de FES UGT Madrid, Roberto Tornamira, escribía que «creo, desde la responsabilidad que desempeño, que el Gobierno regional tiene que reconsiderar la privatización, echar marcha atrás y ajustar Telemadrid a los mandatos constitucionales que, en un estado democrático, tiene y debe tener este importante medio de comunicación para los ciudadanos que vivimos en la Comunidad de Madrid.Unos preceptos que han sido despreciados, abandonados y finalmente olvidados en el período de tiempo en el que Esperanza Aguirre ha sido presidenta de la Región, y que se ha reflejado en la desafección que han mostrado los ciudadanos hacia un medio de comunicación que, se dice, es la suma de todos, pero que, en realidad, ha pasado a ser un instrumento de propaganda al servicio de los intereses del Partido Popular.
Los madrileños y madrileñas tienen derecho a saber que la plantilla de trabajadores de Telemadrid se ha reducido en los últimos años: entre 2007 y 2011 y ha pasado de 1442 trabajadores a 1175, incluidos temporales y fijos. Por el contrario, el número de Directivos ha pasado de 23 en 2003, a 46 a finales de 2011″ . UGT también ha presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana tres recursos diferentes contra el ERE en la RTVV, diferentes para el ente, la radio y la televisión.