Todo queda en casa

Por otra parte, El plural publicó que Federico Jiménez Losantos podría «hacer valer su buena relación con el Gobierno de Esperanza Aguirre para gestionar en un futuro los telediarios del ente público». Losantos se jactó de ser corresponsable de la victoria de la LidereS.A. después del tamayazo, «sin restricciones, a bombo y platillo. Los argumentos de su campaña eran los que políticamente me han movido siempre. ¡Y ganamos!»(FJL, De la noche a la mañana, pág 370) y, en agradecimiento a los servicios prestados, fue agraciado por el Gobierno regional con cuatro licencias de televisión y una de radio, generosamente subvencionadas a través de la propaganda institucional. Tanto él como sus colaboradores confirmaban ese interés suyo por hacerse con Telemadrid, con algunas salvedades: «Nosotros algo de dinero daríamos por la frecuencia. Podríamos comprar, siempre que fuera por un precio razonable, y siempre que en el paquete no vaya la comitiva sindical, miles de huestes atrincheradas con fusil. Llévate a esa horda» (LDTV, 28 de abril de 2011).

El tercer pretendiente para hacerse con el control de nuestra cadena es el grupo Secuoya, a cuyo Consejo de Administración pertenece Miguel Ángel Rodríguez, exportavoz de Gobierno del PP y mano derecha de Aznar durante muchos años. Secuoya, que no tuvo problema en ganar la concesión de la gestión privada de los informativos de IB3, absorbió el pasado mes a la productora New Atlantis, con la que Jorge Sánchez Gallo y Ernesto Sáenz de Buruaga han hecho tantos negocios a nuestra costa.

Telemadrid ha venido adjudicando repetidamente a Central Broadcaster Media (CBM), perteneciente al citado conglomerado, los concursos para la prestación de servicios ENG a los informativos.¿La tercera pata del banco? Rafael Ortega, mano derecha de Buruaga, exsubdirector de Producción de Informativos de esta casa y actual consejero externo de CBM. Como ya os informamos, CBM ha ajustado recientemente el sueldo de sus trabajadores, muchos de los cuales no llegan a cobrar los 800 euros brutos mensuales. Según una publicación de El confidencial, «el fracaso en VEO7, el anterior en la TV murciana, Antena 3 o TVE, la bajísima audiencia cosechada en Telemadrid, nada de eso es óbice para que los ‘Buruaga’s boys’ (Jorge Sánchez Gallo y Rafael Ortega, El Chanclas) insistan en copar el negocio de las sucesivas televisiones autonómicas públicas controladas por el Partido Popular (…). Ana Botella y Buruaga compartían amistad con el número dos de la Gürtel, Alvaro Pérez (El Bigotes), a quien Sáenz de Buruaga intentó fichar como director general en Antena 3, que entonces controlaba a su antojo bajo la égida de Juan Villalonga».

El reparto de las concesiones de las TDT privadas a empresas afines o amigos (y que se volvieron a adjudicar a los mismos operadores después de que el TSJM anulara el concurso) ya da una idea de las intenciones de Esperanza Aguirre para regalar Telemadrid. La presidenta afirmó este miércoles que «la hoja de ruta» para Telemadrid es «lo que dice la nueva ley», que es «que no puede haber déficit» y precisó que «como Telemadrid lo tiene, habrá que evitarlo». En su opinión, «los gobernantes no están para gestionar directamente casi nada, y menos la televisión». Del control ideológico férreo que ha ejercido durante años en esta casa no se atrevió a decir nada.

El portavoz adjunto del PSOE en la Asamblea de Madrid, José Quintana, afirmó el jueves 27 que la presidenta regional quiere desentenderse de la situación de Telemadrid después de haber usado el Ente Público como si fuera «su No-Do». Quintana calificó esta actitud de la máxima responsable del Gobierno regional de «poca vergüenza», pues ahora, al abrir las puertas a la privatización, deja a los trabajadores de Telemadrid en una situación de absoluta incertidumbre. El diputado también recordó que en los últimos diez años Aguirre ha usado la cadena pública de forma «clientelar», es decir, invirtiendo un presupuesto muy elevado en contratar a amigos y conocidos con salarios millonarios para programas de muy baja audiencia. En este sentido, explicó que desde que Aguirre es presidenta dos de cada tres madrileños ha dejado de sintonizar la televisión pública. En concreto, en el último año, la audiencia de la cadena ha caído un 20 por ciento.

Pero, a lo que parece, la política intervencionista de la información de nuestra castiza Marine Le Pen es el espejo donde se quiere mirar ahora Mariano Rajoy: «El Gobierno quiere convertir RTVE en la hermana mayor de Telemadrid, en un instrumento sectario de propaganda» dijo esta semana Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, en rueda de prensa; «Se acabaron los consensos para lograr la racionalidad y la imparcialidad en RTVE. Imagino que la experiencia de Esperanza Aguirre, emperadora de ese panfleto esperpéntico, ruin, histérico y casposo que representa Telemadrid le echará una intelectual mano a Rajoy para explicarle como tiene que informar la televisión pública» (Carlos Boyero, EL PAIS, 22 de abril). Una posibilidad que a Iñaki Gabilondo le produce «tristeza, pena, irritación y asco», y que según muchos observadores supone una involución democrática sin precedente en los países de nuestro entorno. Hasta el mismísimo Alfredo Urdaci (cé-cé-ó-ó) ya se ha apresurado a anunciar su vuelta a RTVE en estos términos: «Ha llegado el momento: los que me quieren desean que vuelva, a la ‘progredumbre’ que me odia le dolería más que nunca».