El «pensamiento» político de «el lado oscuro» de Telemadrid
Pero las delirantes ideas de Mises calaron en Reagan, conocido delator de la caza de brujas. Para desestabilizar ese establishment liberal, era preciso minar por todos los medios su control de la palabra y de los medios, y emprender una „reconquista cultural‟. Reagan -que juraba haber visto platillos volantes y guiaba sus decisiones por el calendario que le fijaba su astróloga Joan Quiley– pensaba junto con sus acólitos que la izquierda había infiltrado en el cine y en los medios de comunicación a una élite burocrática que ellos bautizaron como la Nueva Clase, y cuya
actividad consistía en administrar las palabras, los símbolos y las ideas. Esa clase estaría compuesta por apenas 300 productores y guionistas de Hollywood que influían sobre intelectuales, enseñantes de escuelas públicas, periodistas, funcionarios, sindicalistas, trabajadores sociales y en general todos los empleados de la comunicación. Y era esa Nueva Clase la que definía las normas y la que evaluaba e imponía las soluciones políticas. La revolución conservadora, gracias al dinero de los bancos y de los grandes capitalistas, acabaría con ellos. De este modo, la contrarreforma reaganiana consistió en la financiación y subvención masiva de fundaciones, universidades, think tanks, periódicos, radios y televisiones, en el recorte sistemático del sector público y en el despido fulminante de sindicalistas, hasta hacerse con el control de la práctica mayoría de los medios de comunicación del país para difundir la buena nueva conservadora.
En la misma línea paranoica, fuentes de la dirección de Telemadrid aseguraban a El Confidencial (24/08) que antes de la nueva reforma laboral, un ERE en Telemadrid habría supuesto un coste enorme para las arcas públicas «dada la antigüedad de la mayoría de los trabajadores, muchos de los cuales lograron pasar a convenio en la época del último mandato del socialista Joaquín Leguina«. Lo increíble es que ellos se creen realmente que todos los que trabajábamos en esta empresa antes del desembarco aguirrista entramos enchufados por los gobiernos socialistas y no por méritos propios. La ejecución del ERE de RTVV se ha confiado al bufete de la familia Garrigues, que en la época de Franco consiguieron múltiples regalías (desde
embajadas a la propiedad de la Cadena SER, cuya dirección fue confiada a la familia Aznar). Es sabido que Esperanza Aguirre procede de la Unión Liberal de Antonio Garrigues Walker, presidente del bufete y miembro de la Comisión Trilateral. La Trilateral ha promovido internacionalmente a lo largo de los años el adoctrinamiento ideológico hacia lo que denominaba «el
espíritu de la época», siempre a favor de la clase dominante y los hombres de negocios. En su dossier La crisis de la democracia: informe sobre la gobernanza, la Trilateral advertía de los peligros de disolución del orden social como consecuencia de la creciente ingobernabilidad de las democracias por la deslegitimación de la autoridad, las excesivas demandas de la sociedad y la participación creciente del público en actividades que debían ponerse en manos de burócratas especializados. Se señalaba además el peligro que representaban las ideas «hostiles al sistema» que surgían de intelectuales disgustados por la corrupción y la sumisión de los gobiernos al capitalismo monopolista: «No ha de haber ninguna vacilación en atacar por todos los medios a los supuestos intelectuales, artistas y científicos que lo que buscan abiertamente es la destrucción del sistema. No ha de haber duda en poner todos los espacios políticos al servicio del sistema de libre empresa, ni ha de haber escrúpulos en penalizar a quienes se oponen a él». Este dossier, junto con la Biblia, estaba en la cabecera de la cama del presidente Reagan. Según explica Josep Fontana, a Reagan «le costaba distinguir el cine de la realidad». Así, durante su mandato creyó a pies juntillas los informes de Linda Lichter y Ben Stein en los que sostenían que las tesis izquierdistas que difundía la Nueva Clase a través de los medios no se limitaban a las informaciones de los los noticiarios, sino que impregnaban también a las series y las películas: prueba de ello era que, en el país de la libre empresa, el arquetipo de gran malvado fuera un empresario, J.R. Ewing, de la serie Dallas. Pero a Reagan le irritaba especialmente la serie Falcon Crest, donde su exmujer, Jane Wyman, encarnaba a Ángela Channing, una supervillana que regentaba un emporio vinícola en California, precisamente un estado del que él había sido gobernador. Jane Wyman –que lo consideraba «tan bueno en la cama como en la pantalla», se había divorciado de él; Reagan le dedica tres líneas y media en unas memorias de 748 páginas. Pero el complot no acababa ahí: según los conservadores, en las series el mundo de los negocios era inmoral; los criminales, víctimas de la sociedad; los militares, fascistas, y los pobres, los negros y las mujeres siempre eran buenos. Como ya hemos contado aquí, en noviembre de 2005 Julio Somoano presentaba su tesis en la Universidad Autónoma de Barcelona para el Máster en Gestión de la comunicación Política y Electoral. Se titulaba Estrategia de comunicación para el triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales. En ella, el periodista también aconsejaba al PP «influir» en la televisión tal y como, en su opinión, hacía el PSOE. También en la pública: «Tal vez no sea casual el hecho de que, desde las series de Globomedia (…) se lanzasen y se sigan lanzando, escena sí, escena también, un torrente de comportamientos con connotaciones políticas que acaban marcando tendencias en la forma de pensar. Sólo un ejemplo: En la serie «7 vidas», la de mayor audiencia de los domingos por la noche durante los últimos años, hay muchos protagonistas que se consideran de izquierdas. El único que dice que es del PP es el frutero: un hombre echado de casa por su mujer—que se ha ido con otro—, ignorado por sus hijos —de los que no se preocupa—, repudiado por las mujeres y manifiestamente misógino y xenófobo. El PP no debería dejar pasar estas formas de politizar el entretenimiento en televisión, igual que no lo ha hecho el PSOE, que en TVE ya ha retocado los guiones de «Cuéntame» para que quede clara la superioridad moral de su pensamiento». El traslado a RTVE del autor del texto precedente y de José Gilgado, fuerzas vivas de El lado oscuro (el sector más ultramontano de Telematrix) deja claro las intenciones de Mariano Rajoy con respecto al papel de los medios de comunicación públicos.