España: una, grande y libre
trasladando a nuestros informativos y programas las enseñanzas de aquellos viejos libros de la Formación del Espíritu Nacional: «Si a los ciudadanos de un Estado se les consiente que cada uno piense en política como quiera y obre según piense, en lugar de un pueblo organizado tendremos un caos social.»
La pasada semana Esperanza Aguirre volvió a justificar en la Asamblea su deseo de privatizar Telemadrid con el argumento de que «mantener medios de comunicación públicos recuerda a tiempos de Franco». Esos mismos «tiempos de Franco» a los que alude la Presidenta deben ser los de Manuel Fraga, que fue leal ministro del Caudillo. Como se ha encargado de recordar nuestro querido Luis María Anson, «en la película ‘Franco, ese hombre’, Manuel Fraga Iribarne destacaba la musculatura política del caudillo vencedor de la guerra incivil. Se extasiaba ante la sagacidad del hombre providencial, comparable a Alejandro Magno, a Julio César y al Gran Capitán».
El mismo Fraga que, después de colaborar con una sangrienta Dictadura que extirpó de la vida política española el más mínimo vestigio de libertad, supo transformarse en «padre de la democracia española» y fundar el Partido Popular donde milita nuestra querida Lidere.S.A. Y ella, como Presidenta de la Comunidad de Madrid, acaba de recompensar a título póstumo a don Manuel con la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo por ser «un ejemplo magnífico de patriota, con una personalidad absolutamente irrepetible, un servidor público y un gran intelectual». Y siguiendo también la doctrina de Fraga (que como líder de Alianza Popular -ahora PP- hizo todo lo posible para impedir la aprobación del Título VIII de la Constitución) la Presidenta madrileña planteó recientemente «revisar todo el estado de las autonomías» porque «no ha servido para lo que se creó». Según Aguirre, analistas de todo el mundo opinan que España «no puede permitirse el lujo de tener 17 miniestados, como llaman algunos» a las comunidades autónomas, y por ello insistió en la necesidad de «encarar una reforma en profundidad de las Administraciones públicas» y de reducir «drásticamente» los gastos.
Sin embargo, «el déficit de las 17 comunidades representa solo el 20% del total español. Y son estas las que gestionan la sanidad y la enseñanza, dos de los pilares del bienestar que más recursos necesitan» (La Vanguardia, 5/5/2012). En nuestra Comunidad no hay dinero para una televisión pública, porque, vaya por Dios, a doña Esperanza le recuerda al franquismo. Y tampoco hay dinero para la escuela pública, pero sí para subvencionar las privadas (si son ultracatólicas, claro).