Si Telemadrid y Onda Madrid no pudieron emitir el día de la huelga general fue porque no había trabajadores suficientes para hacerlo posible, ya que la Dirección no quiso acordar servicios mínimos con la representación sindical. Esa es la única verdad: el 85% de los trabajadores del Ente Público secundamos libre y masivamente el paro contra la reforma laboral. Y los que, también libremente, quisieron venir a trabajar, también pudieron hacerlo, sin que nadie se lo prohibiera. Pero fueron una minoría.

Los trabajadores de esta empresa hemos vuelto a dar un ejemplo de lucha y resistencia a toda la ciudadanía madrileña, estando una vez más en primera línea en la defensa de nuestro trabajo, de lo público y del progreso social. Hemos vuelto a demostrar que sin nosotros no se puede hacer nada: somos a la vez la clase trabajadora y la creativa, y los que tenemos no sólo la fuerza del trabajo, sino también la de las ideas. Nosotros somos los que producimos, los que creamos. Nos necesitan.

Y la mayoría de los que no hicieron huelga no fue por convicción, sino porque que se sienten amenazados, porque tienen miedo del empresario, del jefe, de perder su trabajo. De ahí y no de otro sitio vienen las amenazas, los amedrantamientos, el miedo a la libertad. Los menos, los convencidos, son aquellos que creen pertenecer a una élite y los que, efectivamente, son una élite. Los que, como en esa huelga general que relató Jack London, empezaron a ver cómo el caos se apoderaba de su selecto club: «Reinaba una gran confusión: no había aceitunas para los aperitivos y el servicio era sumamente deficiente». Enhorabuena, compañeros. Ustedes son formidables.