Desestimada la demanda contra la reducción salarial del 5%

Total, que si hiciéramos caso de los falsos datos que la empresa distribuyó hace dos años, y el salario medio de un empleado de Telemadrid fuera de 40.600 euros, cada uno de nosotros habría dejado de percibir la friolera de 2.000 euros anuales: aunque si nos atenemos a las cifras reales, la media bajaría a 1.400 euros al año, que no es moco de pavo si contamos con que también se nos ha congelado la revisión anual contemplada por la subida del IPC. Pero parece que este empobrecimiento al que nos vemos abocados -consecuencia del ataque frontal contra unas condiciones laborales conquistadas tras muchos años de lucha- no es casual: en un momento en que la OCDE parece ser el único organismo que pide a los gobiernos que revisen los impuestos para que paguen más los que más tienen y la brecha entre ricos y pobres ha alcanzado en Europa su nivel más alto en treinta años, la clase media del Viejo Continente está viviendo una vertiginosa disminución de sus ingresos, y el paro ha vuelto a convertirse en un chantaje empresarial endémico frente al que el BCE y los poderes europeos sólo proponen «reformas estructurales en el mercado laboral» que nunca parecen ser suficientes, siempre se demuestran ineficaces y a lo único que contribuyen es a agravar cada vez más el problema.

La liberalización y la desregularización salvaje del mercado laboral únicamente traen la precarización del trabajo y el minijob; la destrucción masiva de empleo público, la amenaza de despidos de funcionarios, el desmantelamiento de la Seguridad Social y la privatización de los medios de comunicación, la educación o la sanidad públicas, lejos de liberar al contribuyente de una pesada carga o de estimular el consumo y la inversión, tienen un propósito económico e ideológico claro: brindarle en bandeja de plata a las multinacionales, a los bancos y a las aseguradoras (o lo que es lo mismo, a esos famosos mercados que no paran de acosar a Europa) suculentos negocios como las pensiones, los seguros médicos o los ingresos publicitarios. Si no luchamos para que no nos quiten lo que nos costó tanto trabajo conseguir, el 5% del salario solo habrá sido la primera de nuestras pérdidas.